Si una persona adquiriese súper-poderes ¿los utilizaría de forma altruista?
¿Sería solidario o comerciaría con ellos?
¿Qué haríamos si tuviéramos la cualidad de anticipar el peligro gracias a un sentido arácnido o escalar edificios sin artilugios, solo con manos y pies, debido a nuestra fuerza y agilidad extraordinaria?
¿O una inteligencia prodigiosa?
Peter Parker y Ezekiel Sims reúnen todas estas cualidades.
Prever la existencia de cualquier riesgo empresarial con la consecuente posibilidad de neutralizarlo no tendría precio.
Las empresas de seguridad o clubs deportivos de élite se nos disputarían.
No había campaña de marketing que se nos resistiera.
Ezekiel Sims (Romita Jr y Straczynski, Marvel Héroes nº41, Panini, 2012) se lucró (lícitamente) con estos poderes y creó un imperio financiero.
Parker, en cambio, se transformó en Spíderman para utilizar sus poderes en beneficio del conjunto de la sociedad.
Con total altruismo y discreción.
Por eso lleva una máscara.
No quiere elogios.
Su conciencia es su única recompensa.
De hecho son crónicos los problemas económicos de nuestro friendly neighborhood que padece tanto el cómo su adorable tía May.
En Negocios familiares (Waid, Robinson, Dell’Otto y Dell’Edra, Panini, 2015) la compañía eléctrica le llega a cortar la luz de su apartamento por impago. Pero ni aún en esas circunstancias se ve tentado a usar sus poderes en beneficio propio.
Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Stan Lee dictó sentencia en el legendario número 15 de la revista Amazing Fantasy de 1962, en la primera aparición del trepamuros en un cómic.
Justo lo contrario que otros malvados personajes de triste actualidad.
Estos villanos se aprovechan de tarjetas negras y opacas con las que pagaban vicios ahora revelados mientras se apropiaban de casas de incautos y estafaban con activos financieros de alto riesgo a personas sin cultura financiera.
Wilson Fisk (Kingpin) estaría orgulloso de ellos.
EL PERIÓDICO DE ARAGÓN 06/05/15
¿Sería solidario o comerciaría con ellos?
¿Qué haríamos si tuviéramos la cualidad de anticipar el peligro gracias a un sentido arácnido o escalar edificios sin artilugios, solo con manos y pies, debido a nuestra fuerza y agilidad extraordinaria?
¿O una inteligencia prodigiosa?
Peter Parker y Ezekiel Sims reúnen todas estas cualidades.
Prever la existencia de cualquier riesgo empresarial con la consecuente posibilidad de neutralizarlo no tendría precio.
Las empresas de seguridad o clubs deportivos de élite se nos disputarían.
No había campaña de marketing que se nos resistiera.
Ezekiel Sims (Romita Jr y Straczynski, Marvel Héroes nº41, Panini, 2012) se lucró (lícitamente) con estos poderes y creó un imperio financiero.
Parker, en cambio, se transformó en Spíderman para utilizar sus poderes en beneficio del conjunto de la sociedad.
Con total altruismo y discreción.
Por eso lleva una máscara.
No quiere elogios.
Su conciencia es su única recompensa.
De hecho son crónicos los problemas económicos de nuestro friendly neighborhood que padece tanto el cómo su adorable tía May.
En Negocios familiares (Waid, Robinson, Dell’Otto y Dell’Edra, Panini, 2015) la compañía eléctrica le llega a cortar la luz de su apartamento por impago. Pero ni aún en esas circunstancias se ve tentado a usar sus poderes en beneficio propio.
Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Stan Lee dictó sentencia en el legendario número 15 de la revista Amazing Fantasy de 1962, en la primera aparición del trepamuros en un cómic.
Justo lo contrario que otros malvados personajes de triste actualidad.
Estos villanos se aprovechan de tarjetas negras y opacas con las que pagaban vicios ahora revelados mientras se apropiaban de casas de incautos y estafaban con activos financieros de alto riesgo a personas sin cultura financiera.
Wilson Fisk (Kingpin) estaría orgulloso de ellos.
EL PERIÓDICO DE ARAGÓN 06/05/15