Cátedra Cooperación al Desarrollo

Me cuenta José Ricardo Álvarez Domínguez que el miércoles 10 de diciembre, a las 20 horas y en el Aula Magna del Edificio Paraninfo tendrá lugar la presentación pública de la Cátedra de Cooperación para el Desarrollo, creada mediante convenio entre la Federación Aragonesa de Solidaridad (que agrupa a las Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo con implantación en Aragón), la Universidad de Zaragoza y el Gobierno de Aragón. La cátedra nace con el reto de ofrecer una reflexión no imparcial, ¡ninguna lo es!, en favor de los pueblos de lo que denominamos el Sur. En el acto el profesor chileno-alemán Manfred Max-Neef, Premio Nobel Alternativo 1983, desarrollará una conferencia que llevará por título El mundo en ruta de colisión. Él es el creador de los principios de la Economía Descalza y de la teoría del Desarrollo a escala humana.
Dicen en la web de la Cátedra que a lo largo de la historia de la cooperación para el desarrollo sus conceptos básicos han ido cambiando paulatinamente, desde las actitudes paternalistas del colonialismo, que ocultaba los verdaderos intereses comerciales de las metrópolis, hasta la actualidad en que se persigue un desarrollo entendido como proceso de cambio social, económico, político, cultural y tecnológico. Este desarrollo ha de ser capaz de crear condiciones de equidad y abrir más y mejores oportunidades de vida al ser humano para que despliegue todas sus potencialidades y preserve para las generaciones futuras el acceso y buen uso de los recursos, el medio ambiente natural y el acervo cultural. Para ello la cooperación ha de realizarse de forma conjunta y coordinada con los pueblos del Sur, en un intercambio enriquecedor entre iguales, que pretenda fomentar ese desarrollo y que logre la erradicación de la pobreza y de todas sus consecuencias. También se ha producido una evolución en el enfoque y la concepción de la educación para el desarrollo, entendiéndose hoy como una Educación para la Ciudadanía Global que se plantea cómo crear ciudadanos activos, competentes, preocupados por los temas colectivos y que reclamen su protagonismo en el desarrollo de los procesos sociales y políticos.

Universidad y sociedad
La universidad ha sido tradicionalmente y a lo largo de toda su historia una institución que daba respuestas a las necesidades intelectuales que la sociedad tenía planteadas. En sus primeras épocas las universidades respondieron fundamentalmente a cuestiones que ahora llamaríamos humanístico-jurídicas. Conforme la ciencia y la técnica fueron avanzando, estas disciplinas entraron con fuerza en la academia, llegando casi a mediatizarla en algunas ocasiones.Pero no es menos cierto que cada vez está más arraigada en la sociedad la conciencia moral de la solidaridad y la justicia, del derecho a la igualdad en el disfrute de los bienes materiales, de la salud, de la educación, de los derechos humanos en su sentido más amplio. Es la hora de unir los recursos científico-técnicos que hemos conseguido con el sentimiento ético de que otro mundo es posible, un mundo en el que desaparezca la pobreza extrema de inmensas masas de población (¡nunca ha estado más cerca esa posibilidad!) y se cierre la brecha que día a día aleja a los países del Norte de los países del Sur.

Universidad y cooperación
Todo el mundo reconoce estas realidades, pero hay disparidad de criterios, o quizás de intereses, a la hora de tomar medidas que vayan corrigiendo tales situaciones. Y la universidad no puede ni debe estar ausente en una polémica que pone en cuestión el sistema económico, la estructura social y el comercio internacional. Como generadora de conocimiento en todos los ámbitos del saber, tiene que comprometerse también en esa tarea de discernimiento con un sentido de total independencia de cualquier poder establecido. Esta línea de actuación está avalada en los estatutos de todas ellas. En particular la Universidad de Zaragoza tiene establecido entre sus fines “la promoción de la aplicación del conocimiento al progreso y al bienestar de la sociedad y sus ciudadanos” (Estatutos, art. 3.e) así como “el fomento de un marco de pensamiento en el que los derechos humanos, la solidaridad entre generaciones, el desarrollo sostenible y la paz sean objeto de investigación, formación y difusión en todos los ámbitos” (Estatutos, art. 3.i). Y entre los instrumentos de actuación para el logro de sus fines destaca “la especial atención a la proyección social de sus actividades, estableciendo cauces de colaboración y asistencia a la sociedad” (Estatutos, art. 4.d). Es obvio que este nuestro espíritu estatutario no queda distorsionado sino autentificado cuando el concepto de sociedad no se restringe al entorno próximo, sino que se aplica a toda la comunidad internacional y, en especial, a los países ubicados en los niveles más bajos de lo que, genéricamente, llamamos desarrollo.Prueba de ello es que ya en el año 2000 la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas –CRUE - aprobó un documento que, bajo el título “Estrategia de Cooperación Universitaria al Desarrollo” (septiembre 2000), fundamentaba ampliamente la actuación de la universidad en este campo y asumía una clara actitud de compromiso con el mismo. Otros documentos posteriores han confirmado esa línea de actuación, como la declaración “Universidad, compromiso social y voluntariado” (julio 2001), el “Protocolo de actuación de las universidades en situaciones de crisis humanitarias” (abril 2006), el “Código de conducta de las universidades en materia de cooperación al desarrollo” (julio 2006), el “Manifiesto de las universidades españolas en la campaña del milenio de la lucha contra la pobreza” (octubre 2006) o la puesta en marcha del “Observatorio de la cooperación universitaria al desarrollo” (febrero 2008).
El objetivo de la Cátedra es colaborar en la medida más amplia posible en la construcción de esa utópica sociedad universal, donde quede abolida toda forma de opresión de unas personas sobre otras y donde toda la humanidad pueda vivir en dignidad y armonía.