Os adjunto artículo que escribí para el boletín de los amigos de la Fundación Ecología y Desarrollo:
El papel de las Instituciones en la Inversión Socialmente Responsable
Por Juan Royo - Director Asociado UBS Bank
La Humanidad se enfrenta a graves desequilibrios en los próximos años. El cambio climático, la excesiva dependencia energética de determinados países, el reparto y la gestión del agua, los movimientos migratorios, el envejecimiento de la población, la salud,. son temas recurrentes en las portadas de periódicos y revistas y se muestran en los primeros lugares en cuanto a las preocupaciones de los ciudadanos. Los partidos políticos se hacen eco de estas demandas e incluyen en sus programas específicas políticas medioambientales, las empresas flexibilizan las fórmulas de retribución a sus empleados para conciliar vida familiar y laborar y las entidades financieras ofrecen inversiones socialmente responsables que compatibilizan los ideales de los ahorradores e inversores con los tradicionales criterios financieros de rentabilidad y riesgo. El avance provisional de resultados del Barómetro de enero de 2008 del CIS revela que la inmigración es una de las principales inquietudes de los españoles. Los problemas medioambientales y la sanidad también se encuentran entre los temas que más les incumben. Un 87% de los españoles creen que la dependencia del petróleo es el problema que más posibilidades tiene de afectarles en los próximos diez años y casi todos (93%) se sienten especialmente preocupados por la amenaza del calentamiento global según el Transatlantic Trends 2007.
La percepción de la gravedad de la situación no se aleja ni mucho menos de la realidad. Las emisiones globales de CO2 han alcanzado niveles insostenibles y están contribuyendo al cambio climático. A finales de siglo la temperatura media de la atmósfera a nivel superficial podría aumentar hasta casi 6ºC , según apunta el IPCC (Panel intergubernamental sobre cambio climático) en su Tercer Informe de Situación. La ONU afirma que en 2025 la sequía, el aumento de la población, la sobreexplotación económica y la mala gestión de recursos obligarán al 60% de la población a vivir en regiones con escasez de agua potable. Estamos hablando de 2.800 millones de personas. La Organización Mundial de la Salud también prevé consecuencias funestas sobre la salud humana con el inevitable aumento de enfermedades contagiosas y otras patologías (asma, alergias, .).
Son necesarias decisiones políticas que conducirán, sin duda, a drásticas reformas legislativas y de organización empresarial. De hecho tanto en Europa como en Estados Unidos la disminución de la dependencia energética -aunque sea a costa de subir el precio de la energía en el hogar- es entendida por los ciudadanos como la mejor de las soluciones (aunque también es cierto que existe un alto consenso a la hora de colaborar con otros Gobiernos en materia energética aunque no sean países democráticos). De forma paralela, el crecimiento de los países emergentes está impulsando la demanda global de energía. Demanda en expansión y oferta restringida ya que las fuentes de energía tradicionales son limitadas lo que obliga a la búsqueda de alternativas.
Las instituciones comienzan a apostar por la Inversión Socialmente Responsable como uno de los caminos con los que afrontar estos desafíos y que irremediablemente la Humanidad deberá afrontar en los próximos años. ¿Y en qué tipos de empresas invierten?. Ni más ni menos que en compañías innovadoras y transparentes que desarrollen nuevas tecnologías para explorar fuentes alternativas de energía que rebajen el nivel actual de emisiones de gases nocivos, empresas que sean capaces de producir y suministrar agua potable y hacer eficiente la gestión de este recurso de valor incalculable. Y todo ello bajo la ineludible divisa de la calidad. También invierten en compañías dedicadas al cuidado de la salud. Algunas de éstas se encuentran desarrollando métodos de diagnóstico precoz y prevención de enfermedades. Y en empresas de nutrición, en productores de alimentos enriquecidos que mejoren la salud y la calidad de vida del consumidor final. Como pueden comprobar los criterios no son diferentes de los estrictamente financieros. Y es que esta mentalidad inversora es eminentemente racional: se trata de participar en los mercados con mayor potencial de crecimiento de este siglo. Una forma de invertir que ni mucho menos tiene que ser menos rentable que la tradicional. Los Índices de RSC ahí están para demostrarlo.
El papel de las Instituciones en la Inversión Socialmente Responsable
Por Juan Royo - Director Asociado UBS Bank
La Humanidad se enfrenta a graves desequilibrios en los próximos años. El cambio climático, la excesiva dependencia energética de determinados países, el reparto y la gestión del agua, los movimientos migratorios, el envejecimiento de la población, la salud,. son temas recurrentes en las portadas de periódicos y revistas y se muestran en los primeros lugares en cuanto a las preocupaciones de los ciudadanos. Los partidos políticos se hacen eco de estas demandas e incluyen en sus programas específicas políticas medioambientales, las empresas flexibilizan las fórmulas de retribución a sus empleados para conciliar vida familiar y laborar y las entidades financieras ofrecen inversiones socialmente responsables que compatibilizan los ideales de los ahorradores e inversores con los tradicionales criterios financieros de rentabilidad y riesgo. El avance provisional de resultados del Barómetro de enero de 2008 del CIS revela que la inmigración es una de las principales inquietudes de los españoles. Los problemas medioambientales y la sanidad también se encuentran entre los temas que más les incumben. Un 87% de los españoles creen que la dependencia del petróleo es el problema que más posibilidades tiene de afectarles en los próximos diez años y casi todos (93%) se sienten especialmente preocupados por la amenaza del calentamiento global según el Transatlantic Trends 2007.
La percepción de la gravedad de la situación no se aleja ni mucho menos de la realidad. Las emisiones globales de CO2 han alcanzado niveles insostenibles y están contribuyendo al cambio climático. A finales de siglo la temperatura media de la atmósfera a nivel superficial podría aumentar hasta casi 6ºC , según apunta el IPCC (Panel intergubernamental sobre cambio climático) en su Tercer Informe de Situación. La ONU afirma que en 2025 la sequía, el aumento de la población, la sobreexplotación económica y la mala gestión de recursos obligarán al 60% de la población a vivir en regiones con escasez de agua potable. Estamos hablando de 2.800 millones de personas. La Organización Mundial de la Salud también prevé consecuencias funestas sobre la salud humana con el inevitable aumento de enfermedades contagiosas y otras patologías (asma, alergias, .).
Son necesarias decisiones políticas que conducirán, sin duda, a drásticas reformas legislativas y de organización empresarial. De hecho tanto en Europa como en Estados Unidos la disminución de la dependencia energética -aunque sea a costa de subir el precio de la energía en el hogar- es entendida por los ciudadanos como la mejor de las soluciones (aunque también es cierto que existe un alto consenso a la hora de colaborar con otros Gobiernos en materia energética aunque no sean países democráticos). De forma paralela, el crecimiento de los países emergentes está impulsando la demanda global de energía. Demanda en expansión y oferta restringida ya que las fuentes de energía tradicionales son limitadas lo que obliga a la búsqueda de alternativas.
Las instituciones comienzan a apostar por la Inversión Socialmente Responsable como uno de los caminos con los que afrontar estos desafíos y que irremediablemente la Humanidad deberá afrontar en los próximos años. ¿Y en qué tipos de empresas invierten?. Ni más ni menos que en compañías innovadoras y transparentes que desarrollen nuevas tecnologías para explorar fuentes alternativas de energía que rebajen el nivel actual de emisiones de gases nocivos, empresas que sean capaces de producir y suministrar agua potable y hacer eficiente la gestión de este recurso de valor incalculable. Y todo ello bajo la ineludible divisa de la calidad. También invierten en compañías dedicadas al cuidado de la salud. Algunas de éstas se encuentran desarrollando métodos de diagnóstico precoz y prevención de enfermedades. Y en empresas de nutrición, en productores de alimentos enriquecidos que mejoren la salud y la calidad de vida del consumidor final. Como pueden comprobar los criterios no son diferentes de los estrictamente financieros. Y es que esta mentalidad inversora es eminentemente racional: se trata de participar en los mercados con mayor potencial de crecimiento de este siglo. Una forma de invertir que ni mucho menos tiene que ser menos rentable que la tradicional. Los Índices de RSC ahí están para demostrarlo.