El panorama ante el que la El panorama ante el que la
Economía del Bien Común pretende ofrecer una alternativa es el siguiente: pretende ofrecer una alternativa es el siguiente:
1. Un
modelo económico que no funciona,
2. Unas instituciones económicas y políticas que
no responden a sus objetivos fundacionales
3. Unas empresas alejadas de su fin
fundamental: dar servicios a la sociedad.
Así lo afirma Francisco Álvarez, presidente de Ética Family Office y
“emisor” del bien común en España que impartiò el Seminario ÉTNOR de Ética Económica y Empresarial,
LaEconomía del Bien Común no inventa
nada nuevo pero recoge y ensambla otras propuestas como la ética empresarial,
la responsabilidad social, o los valores del cooperativismo.
Christian Felber, impulsor de esta iniciativa, así lo
reconocía en su visita a
Valencia hace ahora justo un año: La Economía del Bien Común “no inventa nada
nuevo”, y simplemente se plantea cumplir con lo que recogen la mayoría de las
constituciones de los países democráticos, pues digámoslo alto y claro “nuestro
sistema económico actual es inconstitucional.”
Álvarez destaca cómo también en nuestro caso el preámbulo
de la Constitución Española habla de “establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el
bien” y de “promover el progreso de la cultura y de la economía para
asegurar a todos una digna calidad de vida”.
Las
instituciones económicas no son una diferencia.
El Fondo Monetario
Internacional, creado tras la Gran Depresión de los años 30 para evitar crisis
financieras, recoge literalmente, tal y como reza en su página web, que fue
creado para fomentar un crecimiento
económico sostenible, mejorar los niveles de vida y reducir la pobreza.
Unos principios que siguen siendo los mismos
desde entonces, y que comparte con el Banco Mundial.
Recuperando,
pues, compromisos olvidados, la Economía del Bien Común pretende como eje
fundamental pasar de las dos coordenadas que rigen hoy la economía y la
política: el afán de lucro y la competitividad, a otras dos “más humanas”: el
bienestar y servicio a la sociedad y la cooperación.
Pero
como resaltó ayer el ponente, el modelo no es un modelo filosófico o
espiritual, sino un modelo de acción concretado en un sistema de indicadores
que se recogen en la Matriz del Bien Común, compuesta por 17 indicadores que tienen un
objetivo muy claro: reemplazar el medidor único e insuficiente del PIB a nivel
de Estado y/o el beneficio económico a nivel empresarial.
¿Por qué
medimos el medio y no el fin?
“¿Podemos medir el éxito de una granja contando
las herramientas y tractores que hay en el garaje?”, ejemplifica Felber en su libro.
Una empresa puede y debe tener beneficios, pero
también aportar valor.
Y eso
es lo que encontramos en la matriz:
- 5 valores: dignidad, solidaridad,
sostenibilidad ecológica, justicia social y participación democrática y
transparencia;
- 5 grupos de interés principales a los que aplicarlo:
proveedores (situado estratégicamente en primer lugar), financiadores,
empleados (incluidos propietarios), clientes y ámbito social.
Dos ejemplos de éxito:
1. La Fageda, una empresa social que lleva 30 años trabajando y que en 2011 facturó 14
millones de euros.
2. Y el proyecto Microvinya de Celler de la Muntanya, un modelo de abajo arriba que está dando grandes
pasos en la comarca alicantina de Muro de Alcoy impulsando el proyecto QuoMmon.
En
definitiva, un modelo de desarrollo sostenible según Christian Felber en
consonancia con lo que verdaderamente somos como seres humanos.
Hacer empresa y
economía como nos comportamos en nuestra vida cotidiana, con nuestros valores,
y con el modelo que el sentido común nos llevaría a querer y valorar.